Encuentro de comunidades lasalianas en el monasterio de La Santa Espina

  • El acto tuvo lugar el pasado 12 de junio, domingo, en el monasterio vallisoletano de La Santa Espina.
  • En el encuentro participaron más de 70 asistentes -asociados, niños y hermanos- procedentes de las zonas comunitarias de Valladolid y Astorga.
  • El día estuvo marcado por un ambiente de despedida; los hermanos abandonarán el 31 de agosto el monasterio, tras 134 años de labor educativa.

Para un lasaliano de raíz, cualquier espacio y convocatoria es una buena oportunidad para celebrar y compartir. Tras dos años marcados por las restricciones propias de la pandemia, es momento de retomar la vida en mayúsculas y de recuperar aquellas tradiciones y momentos comunes que forman parte del ADN de la Institución. Un argumento más que suficiente para volver a convocar los diferentes encuentros de fin de curso de las zonas comunitarias de La Salle.

Los actos previstos, coordinados por el H. Alberto Arteaga -director de la zona comunitaria-, dieron comienzo a las 11:00 h. con la celebración de una eucaristía junto a los vecinos del pueblo. A la mesa del pan, el vino y la Palabra, le sucedió un tiempo amplio de paseo hasta el pueblo, donde los asistentes disfrutaron de un amplio espacio de conversación distendida, café mediante. También quedó tiempo para la revisión y la reflexión compartida: desarrollo y cierre del curso, evaluación del retiro, Pascua y encuentro de asociados, situación actual de las comunidades, realidades de voluntariado en activo y evolución de los hermanos de la residencia Parmenia.

Finalmente, las comunidades compartieron el gesto de renovación del compromiso común, y se dio paso a un tiempo de comida campera marcado por la alegría del reencuentro y la emoción de la despedida del monasterio. Sin lugar a dudas, 134 años de servicio y dedicación marcan el recuerdo de tantos alumnos, profesores y comunidades que han pasado por La Santa Espina y que siempre llevarán a La Salle en su vida. ¿Y qué hay del futuro? -se preguntan muchos. La fraternidad, la vocación y la misión compartida siguen viviendo, con mucha fuerza, en las comunidades y en los centros educativos; detrás de un final siempre llega un nuevo comienzo, y el porvenir se muestra lleno de nuevos retos y oportunidades.

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