El cartel presenta el núcleo del lema del curso que viene: la responsabilidad. Se trata de provocar en la comunidad educativa el descubrimiento y la oportunidad que la vida nos ofrece de elegir cómo llenarnos o vaciarnos, de vivir abiertos o ensimismados, y como dicho descubrimiento llena nuestro interior. No se trata de una responsabilidad moralista, que nos lleve a escoger entre el bien y el mal, se trata de descubrirnos en la libertad compartida. Ser persona es eso. En los escritos de La Salle, aparecen frecuentemente palabras como fidelidad, perseverancia, exigencia. Para el Fundador, esta exigencia basada en valores profundos, los del Evangelio, era inherente a su vida y siempre huyó de una superficialidad que decayera poco a poco en negligencia.
Vivir como él vivió, de compromiso en compromiso, nos lleva a descubrir que hemos de ser conscientes que nos necesitamos unos a otros y que los valores han de ser comunitarios. En este camino (no siempre fácil), tenemos una responsabilidad creativa: la humanidad es creada creadora y lo hace desde el contexto bíblico que entiende la libertad como asunción del propio destino, dando razón también de un destino comunitario. Somos responsables cuando nos transformamos en vigías de todo aquello que “sobrevive” en los márgenes de la sociedad.